El movimiento de la Bauhaus de los años veinte del siglo pasado nos mostró las diferentes formas de contraste que tienen el potencial de hacer atractiva una imagen.
En este artículo trataremos el contraste de brillo o luminosidad de una escena,
también llamado claroscuro, intentando contraponer un color claro o
blanco con un color oscuro o negro. Es un contraste muy efectivo, dando
muchas posibilidades a fotografías donde juegan muy pocos elementos.
El rango dinámico de una escena -la diferencia entre la parte más
oscura y la más clara incluidas en un encuadre-, el que es capaz de
registrar el medio sensible y el revelado posterior -en el laboratorio
químico o digital- configurarán el resultado final en el medio usado
para mostrar nuestras fotografías, en papel, en una pantalla o
proyectadas.
Existen muchos factores que afectan al rango dinámico de
una escena. La calidad -dura o suave- de la luz, la dirección de la
misma, la diferencia o ratio entre la luz principal y la de relleno, la
diferente reflectancia de superficies y colores, y otras que ya hemos
tratado.
Sin embargo lo que nos interesa ahora es ese resultado final, el contraste de la fotografía terminada.
Si dos objetos de brillo muy parecido se colocan uno delante del
otro, el contraste entre ellos será muy pequeño o nulo, tendiéndose a la
no diferenciación entre ellos. Sin embargo conforme la diferencia de
brillo entre ellos vaya aumentando, diremos que el contraste será mayor y
la diferenciación entre los dos objetos mucho más notoria.
Cuanto más
cercanos estén, las transiciones serán más suaves y tendremos menos
contraste.
Si en vez de tonos de color utilizamos tan solo tonos de
grises, lograremos un mayor contraste cuando contraponemos los tonos
extremos del blanco y el negro. La manera tradicional de medir el contraste entre dos tonos es medir su diferencia en diafragmas,
pasos de luz o f-stop. Cada paso significa doblar el nivel de
iluminación y así una diferencia de un paso corresponde con un contraste
2:1, y una diferencia de 5 pasos corresponde con un contraste de 32:1. A
partir de ese último valor empezaremos a hablar de un contraste alto.
La herramienta para evaluar el mismo con detalle es el histograma.
Tal y como vimos, los tonos se reparten por zonas en él, desde los más
oscuros hasta los más claros. Un histograma con forma de campana más o
menos centrada en los tonos medios se corresponderá con una imagen de
bajo contraste, y un histograma ‘estirado’ hacia ambos extremos se
corresponderá con un contraste alto, pudiendo llegar al extremo de no
existir tonos medios. Diferentes herramientas en los programas de
edición fotográfica nos permiten modificarlo a nuestro gusto controlando
el resultado final.
Sin embargo el histograma no deja de ser una estadística, y no indica el modo en que se reparten los tonos en el espacio de encuadre.
El contraste se define como la diferencia relativa en intensidad entre
un punto de una imagen y sus alrededores.
Las diferencias entre grandes
zonas determinarán el contraste en el sentido global de la imagen, y las diferencias entre zonas pequeñas adyacentes determinarán el micro-contraste o contraste local.
El laboratorio digital nos ha dado herramientas para modificar ambos. Junto con el brillo, forma dos ejes que aparecen en las herramientas básicas de cualquier software de procesado.
A la hora de intentar crear una fotografía que interese al espectador
el contraste es una herramienta muy importante para lograrlo. Al mirar
una imagen la vista va inevitablemente a la zona más contrastada,
creando alrededor de este fenómeno, inconscientemente, una
composición que nos sea “lógica” o “equilibrada”.
El contraste controla
el modelado de la imagen, y es esencial para mostrar volúmenes o
texturas. Las transiciones suaves entre diferentes luminosidades revelan
mejor las formas.
Podemos apoyarnos en un alto contraste para hacer que un tema formalmente fuerte gane en el mensaje que queremos transmitir. La estructura formal de una fotografía puede verse reforzada por el contraste de la misma,
en composiciones simples y definidas de líneas y formas como las que
produce un contraluz. Emocionalmente, como la luz dura, puede transmitir
dureza, agresividad.
Y, al revés, si queremos incidir en un tipo de fotografía
tranquila y sosegada, intentaremos que grandes áreas de la obra que
presentamos estén poco contrastadas. La luz suave con
contrastes no muy elevados revela mejor las formas naturales
redondeadas y sin ángulos.
En una gran parte de fotografías de paisaje o
naturaleza, la mayor parte de la información está en los tonos medios, y
el contraste que da la luz suave buscada por ese motivo puede
modificarse en la edición para reforzar el mensaje o centrar la atención
en la parte buscada por el fotógrafo.
Las fotografías, los comentarios, y la discusión del tema AQUÍ
Texto: Félix, wiggin | Fotografías: tejeqteje, Cezonillo, charly, deckard, ozharu, Nati, blanco, mdaf, lur, gus, Don Mammut, Alejiga
Fuente: Caborian.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario